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  • Foto del escritorJavi Navas Llorente

Reseña de «Un descubrimiento prodigioso», de ¿Julio Verne? ¡No!

Actualizado: 7 may 2023

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Título: Un descubrimiento prodigioso.

Autor: François-Armand Audoin (el libro indica Julio Verne).

Editorial: El Mundo y la Revista, Unidad Editorial, SA.

Año de edición: 10ª edición. Agosto de 1998.

Páginas: 96.

¿Se verá amenazada la gasolina por las energías renovables? ¿Están las compañías petrolíferas detrás del «encubrimiento» del famoso motor de agua? ¿Sustituirá la lectura electrónica al papel? Muchas preguntas como esta son tan actuales y repetidas que solo nos ocasionan una sonrisa. Pero ya en 1867, año en el que se publicó «Un descubrimiento prodigioso», mostraban esta preocupación.

En aquella época, el hecho de que máquinas e inventos pudiesen sustituir a obreros humanos podría resultar una novedad, además de una realidad. Las grandes empresas temerían la pérdida de beneficios económicos o incluso la ruina. Los gobiernos ya lo tenían bastante complicado para ejercer sus funciones como para que, encima, apareciesen nuevos inventos y tecnologías que no comprendían y que pudiesen amenazar la seguridad nacional, como ocurre en esta novela.

Seguro que llevas dos párrafos pensando que me he confundido de autor, pero lo cierto es que esta obra se atribuyó erroneamente a Julio Verne y todavía hoy continúa haciéndose.

Sin embargo, entiendo la confusión. En esta obra se dan el germen y uno de los principales giros de La vuelta al mundo en ochenta días ―esta sí de Julio Verne― , y que se publicaría cinco años después: «Se podría dar la vuelta al globo en seis días, once horas y cuarenta minutos [...]» (en la que reseño se utiliza un medio de locomoción aéreo que alcanza más de doscientos kilómetros por hora); «Si, partiendo de un punto del Ecuador el domingo por la mañana, por ejemplo, el aeronauta se dirigiese hacia el oeste, estaría de vuelta en el mismo punto el sábado por la tarde, si bien habría ganado un día en el camino [...]».

¿Casualidad? No me lo parece, la verdad.

Audoin nos cuenta una historia tan de «ciencia ficción», que aún no hemos desentrañado los secretos que anticipa. Y es que habla de un tema bien codiciado: la antigravedad y el poder de dirigir esta fuerza gratuita, inagotable y descomunal.

La historia comienza con un misterio tan enigmático que te mantiene pegado a las páginas del primer capítulo a pesar de que el autor lo alarga en exceso. Lo malo es que en cuanto empieza el segundo ya ves el momento de cerrar el libro e irte a dormir. No porque sea malo o decepcione, sino porque todo ese misterio, que podía haberse empleado mejor con una buena sorpresa, se desvela prematuramente, con tantos detalles y explicaciones «científicas» que, durante solo dos capítulos, la novela se convierte en ciencia ficción «dura», con descripciones un tanto densas, que retuercen la realidad para dar consistencia al invento en cuestión: «La gravitación no es más que una de las formas de manifestarse de la electricidad».

Me sorprendió este hecho en un autor como Verne, pues no se corresponde con su estilo reventar su propio clímax. Ahora ya lo entiendo, y es una pena que Audoin no haya gestionado mejor la expectación creada con el inicio, pues me ha parecido de los mejores que he leído.

¿De qué va?

Los parisinos han sido convocados a una exhibición que tendrá lugar días después. El anuncio se ha hecho repartiendo panfletos de forma anónima por toda la ciudad. Se han arrojado a través de las ventanas de los más altos edificios, se han dejado en lugares inaccesibles y se promete un asombro mayor del que provocan las mismas misivas. Y todo eso ¡en una sola noche! El único modo de hacerse es con un ejército de sigilosos escaladores y medio invisibles mensajeros.

Ahora ya estamos curados de espantos, pero me imagino el interés que pudo suscitar este principio en aquella época. El remate perfecto debería haber sido la narración de la ansiada exhibición. Pero ¡ay esos dos capítulos intercalados que te lo explican todo! Cuando llega el espectáculo ya sabes lo que va a ocurrir y te fastidia el disfrute.

Y ¿qué decir del final? Si un escritor de la actualidad utilizase el recurso del que se vale este para mí desconocido autor hasta ahora, le echarían a los perros. Mas hay que tener en cuenta la época en la que se escribió y que, por entonces, aún no se había abusado de este tipo de giros.

Conclusiones

¿Me ha gustado? Sí. Es muy interesante y el trasfondo es muy actual, pues se puede aplicar a cualquier época.

Me ha parecido una lectura adecuada para recomendársela a esos jóvenes que se encuentren estudiando la revolución industrial. Pero cualquiera que guste de la ciencia ficción más clásica disfrutará con la obra. Lo cierto es que es ideal si se pretende crear un debate tras la lectura y extrapolar el ejemplo dado a la actualidad.

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